
En estos momentos nuestros niños y niñas están recordando ese momento mágico compartiendo entre ellos el Pan y la Uva, símbolos inefables de la presencia permanente de Jesús en nuestra mesa y la Sagrada Eucaristía. Con este acto nos preparamos espiritualmente para vivir un Viernes Santo, un Sábado Santo, y un Domingo de Resurrección donde renovamos la certeza que tenemos en Jesús venciendo a la muerte, al tiempo, al mundo, pero con humildad, amor y total entrega hacia la misión redentora que nos trajo.
Esperamos que esta Luz que brota con gracia abundante en estos días, llegue a cada uno de vuestros hogares, para que renovemos los votos y la adhesión al mensaje que Jesús nos entregó: que nos amemos unos a otros, que aprendamos a poner a Dios por sobre todas las cosas, que amemos al prójimo como también a nosotros mismos. La única ley verdadera en el plano espiritual es la Ley del amor, y no existe mejor encarnación de ese amor que el que Cristo Jesús nos entregó con su mensaje, con su vida y con su legado.
Que esta Pascua sea Bendecida y luminosa para cada uno de los integrantes de nuestra Comunidad y para sus seres queridos.
Que el Señor les Bendiga siempre.